El dolor lumbar es una de las molestias más frecuentes y una de las consultas más habituales en atención primaria. Se calcula que el 85% de la población sufrirá en algún momento este tipo de dolor que se caracteriza por ser un “dolor localizado en la zona baja de espalda, entre el límite inferior de las costillas y la región glútea”, explica a Cuídateplus Andrés Ariza Hernández, reumatólogo del Hospital General Universitario de Ciudad Real.
“El dolor lumbar típico aumenta con las movilizaciones, y es más acusado en uno u otro sentido en función de la causa de este”, señala Rafael González Díaz, jefe de la Unidad de Cirugía de Columna del Hospital Nuestra Señora del Rosario y del Hospital Universitario Niño Jesús, aunque es cierto que, como apunta el experto, “muchas veces se confunde el dolor lumbar con un dolor más alto, abdominal o un dolor en la región de las caderas, trocánteres o puramente glúteos”. En su opinión, “en estos casos es importante, sobre todo, descartar el dolor lumbar del dolor ciático. Esto es, cuando el dolor baja por la pierna hasta el tobillo o pie en el trayecto de un nervio concreto. Este dolor, generalmente secundario a una irritación de alguna raíz nerviosa en la columna por algún motivo (hernia discal, estenosis de canal u otros), puede asociarse al dolor lumbar, generalmente cuando tenemos ya un proceso degenerativo artrósico en la columna”.
Entre las causas del dolor lumbar están “las mecánicas”, señala Carles Morera, presidente de comunicación de la Sociedad Española de Columna y cirujano de columna, que suelen ser las más frecuentes, aunque también hay otras recurrentes “como las inflamatorias (problemas reumáticos) o las viscerales (dolores referidos en esta locación por un cólico, una pancreatitis, una úlcera de estómago o la menstruación)”.
No obstante, según indica González Díaz, “la causa más común del dolor lumbar es inespecífica”. La realidad es que “un porcentaje importante de la población sana tiene más de una lumbalgia a lo largo de la vida sin que se encuentre ninguna causa de la misma”. Aunque, "es cierto que a mayor edad, los cambios degenerativos artrósicos discales y de las articulaciones de la columna nos hacen más propensos al dolor lumbar”.
En todo caso, “uno de los factores relacionados con dolor lumbar en población sana es el sedentarismo, la falta de actividad física”.
Como ha apuntado Morera, además de las causas mecánicas, “hay otras causas de dolor lumbar en contextos patológicos, que deben descartarse, especialmente si hay antecedentes de caídas en pacientes mayores, en dolores intensos y duraderos o con otros síntomas, como dolor ciático, pérdida de peso, pérdida de fuerza o sensibilidad”.
En pacientes mayores, informa González Díaz, “es importante descartar fracturas por aplastamiento osteoporóticas, que son muy limitantes y que se producen con leves caídas. Además, si tenemos síntomas asociados, habría que descartar (con medios de imagen adecuados) hernias discales, lesiones tumorales u otras afecciones menos frecuentes”.
Y es que, hay causas graves que pueden cursar con dolor lumbar. “Infección de columna, tumores, metástasis, fracturas, compresión neurológica”, advierte Morera.
Los expertos consultados por CuídatePlus señalan el ejercicio como el pilar fundamental del tratamiento del dolor lumbar. Según González Díaz, “la actividad física es esencial. Tener un buen tono físico, buena ergonomía en el trabajo, evitar el sobrepeso y el tabaquismo son algunas claves para evitar y mitigar el dolor lumbar”.
Los programas de ejercicio físico tipo “pilates, yoga, simplemente caminar, etc. son magníficos, pero cualquier deporte aeróbico también es recomendable”. Según el experto: “El mayor enemigo para una espalda sana es el mando a distancia de la TV”. Tal es así que “en los últimos años estamos viendo un aumento del porcentaje de adolescentes con dolor lumbar en los que hacemos pruebas de imagen y no se detecta nada, y en la mayoría de los casos están asociados con sedentarismo”, advierte.
Para Bernat de Pablo Márquez, del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Mutua Terrassa, y Patricia Marrero, del Servicio de Farmacia del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona, y autores del documento Dolor lumbar ¿cuál es el abordaje recomendado? “el abordaje no farmacológico centrado en el ejercicio debería ser el pilar fundamental para el manejo del dolor lumbar”. En su opinión, “este debería formar parte del manejo inicial pero también de todo el proceso si los síntomas son persistentes aunque se utilicen tratamientos farmacológicos”. Esto es así porque, el ejercicio “disminuye el dolor en una magnitud moderada, mejora la funcionalidad en una magnitud pequeña (sin efecto en el dolor lumbar agudo), reduce el estrés, la ansiedad y la depresión (relacionadas con el dolor lumbar)”.
Como señala González Díaz, “lo ideal es el deporte aeróbico, tipo pilates, piscina, yoga, taichi, caminar o bicicleta, sin impacto. Aunque no hay contraindicación para ninguno, sí es cierto que en aquellos casos con dolor más frecuente o más importante se aconseja evitar impactos repetitivos o deportes con giro brusco, sobre todo en fases de dolor (carrera, golf, tenis)”.
La base del tratamiento está clara: ejercicio pautado y evitar el reposo absoluto. No obstante, el dolor de muchos pacientes hace que algunos profesionales sanitarios se planteen el uso de medicamentos para aliviar las molestias, de forma puntual, eso sí, “siempre que el dolor lumbar sea de poca discapacidad”, apunta Morera.
En estos casos los medicamentos serán:
Estos medicamentos se aconsejarán cuando “no haya una contraindicación o alergia”, explica Morera. Y es que, hay que tener en cuenta que estos medicamentos tienen efectos adversos que hay que considerar sobre todo cuando se utilizan en dosis altas y a largo plazo. Entre ellos están los efectos adversos gastrointestinales como “la hemorragia digestiva alta, los cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca, la retención hidrosalina y la hipertensión arterial así como los efectos adversos renales con la disminución de flujo renal y del filtrado glomerular”. Otros efectos adversos relacionados con los AINE “son las reacciones de hipersensibilidad y la hepatotoxicidad”, apuntan los autores.
Tal como se ha comentado anteriormente, el paracetamol presenta un perfil de seguridad más favorable que los AINE en cuanto al riesgo cardiovascular, el hemorrágico y el renal. Es necesario no superar la dosis máxima diaria para evitar la hepatotoxicidad.
Según De Pablo y Márquez y Marrero, “las guías no recomiendan en general el uso de los relajantes musculares, aun así, en algún caso consideran que si no hay mejora de los síntomas con el tratamiento no farmacológico y farmacológico recomendado en el dolor lumbar agudo se podría prescribir un relajante muscular de acción central en combinación con un AINE por un tiempo limitado no superior a dos semanas”.
Hay que recordar que las principales reacciones adversas de las benzodiacepinas son la sedación, el mareo, la descoordinación motora y la reducción de la memoria y la concentración. En cuanto a la tizanidina frecuentemente “se presenta somnolencia, mareo, náuseas, sequedad de boca, hipotensión y debilidad muscular”. Con el metocarbamol, por ejemplo, “son frecuentes la cefalea, la sedación, el mareo y las náuseas”. La ciclobenzaprina “es otro relajante de acción central que se ha utilizado ampliamente, pero con escasa evidencia y por lo cual, se ha suspendido recientemente la comercialización”.
Como apunta Ariza Hernández, además de estos tratamientos, también están las “terapias biológicas que son moléculas grandes y complejas, fabricados mediante biotecnología a partir de “fluidos o tejidos de animales o humanos”. Estás, informan, “van dirigidas específicamente contra unas “dianas”, como son las “citocinas o citokinas” (proteínas “proinflamatorias), o contra células, implicadas en los procesos inflamatorios”.
Los antibióticos se podrán pautar en el caso de procesos infecciosos. La terapia oncológica (quimioterapia, radioterapia), se indicará “en los procesos cancerosos y la cirugía, se valorará para tratar “tanto los tumores, como los procesos degenerativos (hernia discal, estenosis de canal …); en las fracturas vertebrales traumáticas o por “fragilidad ósea” como en la osteoporosis”.
Además, este experto añade la terapia de rehabilitación y de fisioterapia.
Para Morera, el mejor tratamiento del dolor lumbar mecánico es, sin duda, “la prevención”. Según el experto, “hay factores de riesgo que se pueden modificar”. Así, por ejemplo, “es fundamental tener unas normas de higiene postural adecuadas, descansar por la noche, tener un peso adecuado y hacer actividades físicas a diario”. Y es que, “tener una buena condición física puede evitar episodios de dolor lumbar”, señala Morera. Los ejercicios de fuerza, por ejemplo, “centrados en fortalecer el tren superior e inferior y el core (abdomen) son esenciales”, concluye.
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